martes, 16 de octubre de 2007

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¿La España de hoy es la misma que la de hace 30 años pero con más dinero?

En la anterior entrada, sé que hace días de ella, hablaba sobre el contraste entre la zona católica y protestante de Belfast. La diferencia básica podríamos encauzarla en el desarrollo económico, mientras los ingleses desarrollaban una potente industria textil en Belfast, el resto de Irlanda sufría una degradante hambruna que diezmaría a más de la mitad de la población. Pero porqué Inglaterra era capaz de desarrollar una industria dentro de un país muerto de hambre. Efectivamente el carácter violento de la etapa colonial inglesa podría lanzar muchas luces frente a ello, pero quizás podamos encontrar más motivos.

El inglés era capaz de sobrevivir, ganar la partida al hambre y crecer como ciudadano industrial dentro del ambiente de la ilustración. El irlandés, degradado procreaba hijos sabedor de que muchos no podrían sobrevivir y veían como sus jóvenes tenían que emigrar a otros lugares del globo. El inglés mientras tanto marcaba la diferencia y trabajaba en el levantamiento de su nación.

Hago esta introducción para hablar de algo que no llego a comprender ¿La España de hoy es la misma que la de hace 30 años pero con más dinero?

Cada persona a la que he consultado me ha dado su propia versión, resumiendo a mí sólo me ha quedado una cosa clara, a mí generación, la que ahora comienza a introducirse en el mercado laboral, sus padres son un paradigma, queremos vivir, cuánto menos igual de bien que ellos, no nos importa participar de sus valores, ideología, siempre y cuando disfrutemos de parecidas comodidades. Vale que gastemos más en condones, que nos mudaremos de casa más tarde, que tendremos más relaciones y jugaremos más a " pelar la marrana", pero no nos importar continuar viviendo con nuestros padres.

Los españoles, junto con los italianos somos los europeos que más tarde nos emancipamos, estos segundos son originales, anarquistas, mafiosos, porque no decírlo. Pero nosotros qué somos, los niños consentidos carentes de cultura e iniciativa que buscamos en el fútbol, nacionalismo interior un convencionalismo imposible de encontrar más allá de nuestras fronteras y dónde el hombre madura como un individuo independiente maduro y libre.

El nacionalismo parece una respuesta a ese conservadurismo engendrado por el miedo a no perpetuar el status familiar, una frontera hacia la verdad. Una nueva religión, laica, sin dios, pero con una iconografía perdida en unos recursos de lo más naif y pueril.

Irlanda no se pudo desarrollar, Inglaterra supo mirar al futuro con pie firme y con la fuerza de una flota sólida, y consiguió afrontar las visicitudes de su país. España no conseguirá sobrevivir con ese reflejo cañí que el fútbol insiste perpetuar y la ineficacia de unos políticos que en vez de buscar el desarrollo y salvación futura pretenden perpetuarse en el poder con orgullosos y vanales discursos.

God save the queen y no al rey que se folla a la de Marina dÓrs.

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