viernes, 26 de octubre de 2007

Va de Sectas 2@parte

Cuando vives en un país cuyo parlamento está a una manzana escasa de la sede de la Cienciología, cuando la inauguración de semejante centro se convierte en un acontecimiento social con los habituales del papel cuché, cuando el principal partido de la oposición se divide entre miembros del Opus Dei y de Los Legionarios de Cristo te comienzas a plantear si las sectas existen, si realmente merman la libertad y autonomía del individuo o si son sencillamente unas instituciones, comunidades minoritarias capaces de apaciguar y contribuir a la cohesión social.

La mano de obra en España es lo suficientemente barata, al menos en comparación con el resto de Europa, para no acudir a la esclavitud. Determinados grupos, en un intento de preservar la sociedad clasista y ejercer una actitud dominante y exclusista parecen defender la inclusión en la vida pública de estas sectas, perseguidas en otros países y que han llenado de miseria la vida de muchas familias.

El individuo es débil por naturaleza, la inseguridad e insatisfacción son características humanas, quizás más católicas que protestantes, más cristianas que budistas, pero no son razón suficiente para permitir venevolentemente que ciertos grupos acaben con la vida plácida y en comunidad de personas con una fragilidad emocional. Los miembros del Opus dei o de los Legionarios de Cristo no deberían de estar campando alegremente por los pasillos de las cámaras de representantes españolas, deverían estar pudriendose en la cárcel por educar en el castigo, dolor y aislamiento a miembros de familias humildes, católicas con grandes ambiciones para sus desgraciados hijos.

Recapacitemos sobre la benevolencia con la que tratamos a estos grupos.

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